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«8 de abril (11.30).- El ataúd de madera desafina entre el mármol y el orgullo barroco de la basílica. Pero no desafina con el espíritu ni con el testamento de Juan Pablo II: no ha dejado bienes materiales. Ni los tenía.
De hecho, el féretro de ciprés parece el mismo que las autoridades de cualquier puesto fronterizo emplean aséptica y funcionarialmente para alojar a los muertos anónimos de las pateras.» [Rubén Amón, jornalista do El Mundo, blog Desde el Vaticano]